viernes, 10 de abril de 2020

LA FOTOGRAFÍA ÚNICA

Librería de la Fundación Cartier-Bresson de París
Añoro las fotografías únicas. En su doble sentido, las que son extraordinarias y se convierten en iconos, y las que se defienden en solitario.
Incluso la Ley de propiedad intelectual española de 1987 distingue entre obras fotográficas meras fotografías, y aunque esa ley no nos ayude a distinguirlas, ya que solamente aduce criterios de originalidad, es importante que se plantee distinguir el grano de la paja.
La mejor definición que he escuchado de cual es una buena fotografía la dijo Eduardo Momeñe: “es aquella que desearías cogerla y salir corriendo de una exposición”. También me gusta lo que dijo el célebre pintor Joan Miró: “Puedes contemplar una imagen durante toda una semana y no volver a pensar en ella de nuevo. aunque también puedes mirar una foto tan solo un segundo y recordarla toda la vida”. ¿Quién no ha opinado alguna vez sobre qué hace buena, única, a una fotografía?
Detrás de la estación de Saint-Lazare, Paris, 1932
El tenedor de André Kertész, 1928
 Pero por otro lado, también se podrían dar infinitas razones por las que una fotografía se emancipa de sus compañeras de proyecto (monografía, porfolio, serie, políptico, reportaje, etc.) y es capaz de caminar en solitario y subir al imaginario colectivo. Observo como ejemplo el libro de Alex Webb, The suffering of light (El sufrimiento de la luz), y descubro una especie de retrospectiva donde cada imagen se muestra en solitario, sacadas de su proyecto de origen, totalmente descontextualizada, pero que sin embargo, se pueden leer con enorme interés. Porque atrapan la mirada del espectador por sí mismas. Sin textos explicativos, sin epígrafes, sin títulos… las imágenes en solitario. Aquí entramos en la segunda acepción de únicas. Las imágenes sin coequipiers, como abundaron en los movimientos del modernismo; solas en el sentido de no necesitar de estar acompañadas de otras imágenes y que por otro lado, hablan por si mismas y solas porque carecen de explicaciones ni pistas del autor. ¿ Qué fotografía contemporánea soportaría estos desafíos?
Tarjetero en la librería de la Fundación Cartier-Bresson de París
¿Dónde podemos localizar estos iconos de los que hablo? Sin ir más lejos en los tarjeteros de la librería-tienda de cualquier museo, donde esas fotos únicas reclaman en solitario la atención del comprador, arrancadas de su proyecto de origen, pero con la suficiente fuerza expresiva y de ideas como para defenderse por si mismas, y con capacidad para hablar en solitario al espectador. Igualmente las podemos encontrar en catálogos de coleccionistas que recopilan las fotografías que tuvieron a bien adquirir tras una selección en el contexto de un trabajo de conjunto, en una exposición la mayor parte de las veces. Tenemos pues, otro criterio para identificar las fotografías únicas, las que se pueden adquirir en solitario.

Todos estos valores en decadencia de la obra única se ven perjudicados por las tendencias postfotográficas actuales.. La autoría está en entredicho, el coleccionismo está en retroceso, y además, en el maremágnum de creación de imágenes ¿cómo puede aflorar esa mínima parte de obras fotográficas únicas?. Supongo que cada vez será más difícil y son demasiados los agoreros que dicen que la fotografía de autor, la tradicional, ha muerto. Quizá si estemos en vías de extinción, como los dinosaurios que ni siquiera sospechamos que vamos a desaparecer, pero a pesar de todas las tendencias contemporáneas de las imágenes, que dicho sea de paso algunas muy loables, yo seguiré amando las fotografías únicas: buenas, individuales y sin palabras.
  

1 comentario:

  1. Me gusta. me quedo con tu frase: yo seguiré amando las fotografías únicas: buenas, individuales y sin palabras.

    Un abrazo


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